sábado, 14 de marzo de 2015

353.- LAS PRIMAVERAS DEL MUNDO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

LA GLOBALIAZACIÓN ECOLÓGICAY LA FILOSOSOFÍA ORGÁNICA MEXICANA
NUESTRA RESPONSABILIDAD PERSONAL ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

  Los indignados del mundo que encienden el fuego de las Primaveras de los mundos desarrollados cubiertos de nieve y frio.
  Las ciudades al futuro en el caso de la cultura mexicana nos hace proyectarnos a la arquitectura  y geometría prehispánica, la pirámide como principio constructor, tales pirámides eran observatorios astronómicos, el trazo de las ciudades se edificaba conforme a la geometría y mecánica celeste, a una atenta observación del acontecer celeste, la pirámide era una ascensión del hombre y de su pensamiento, es solo sombra teológica de la transfiguración del hombre.
   En efecto, el Señor sube al Monte Tabor donde se hace presente Moisés y Elías, la Ley y los Profetas, una nube luminosa cubre el Monte, se hace presente el gran misterio de la Trinidad y el Señor Transfigurado se vuelve luminosos, radiante, su rostro resplandeciente como cuando Moisés en el Sinaí , uniéndose entonces lo terreno y lo celeste, en lo alto del cerro el hombre terreno y el hombre celeste, la tierra y el cielo, ese cielo y esa tierra del que el hombre se ha olvidado.

  Esta transfiguración antropológica se refleja también en el Hombre de Fuego como principio luminoso del Oriente de Guadalajara y no podemos pasar por alto que el pintor del Barrio de San Juan de Dios  Dr. Atl  era su vida pintar los volcanes de México, porque el volcán  recuerda el principio del mundo, el fuego que da forma a los montes y valles, la proto creación, la fascinación del mexicano por el fuego, por el Llano en Llamas de Juan Rulfo, el arte de la palabra mexicana que ha florecido, la Primavera de la Literatura Latinoamericana.
   Emprendiendo esa ascensión teológica podemos decir que el Monte Tabor es entonces desde nuestra oscuridad un volcán teológico como lo ha expresado el arquitecto Gilberto Robles y su proyecto sobre las Catedrales del Futuro, las nuevas catedrales de las nuevas ciudades, la teología de las nuevas generaciones y sociedades, en ese fuego se recreará nuevamente el Hombre, porque el fuego es destrucción y creación, pero también condenación e infierno, la Cruz en el Monte Calvario es esa plenitud y perfección  del Fuego, el Señor ha traído el Fuego al mundo y desea que este arda, el leño verde que arde e ilumina tierra y cosmos, la Luz del Mundo.
  La Filosofía Mexicana, herencia y tesoro  de nuestra cultura  en el que la conquista es tan solo una etapa transitoria de nuestro proceso histórico milenario es una pirámide en el que el hombre ha de ascender de la tierra a lo celeste, de la filosofía a la teología y son esos los cimientos de las ciudades y sociedades del futuro.
  Observar el cosmos desde estas geometrías geológicas y teológicas  nos hacen ver el tiempo y el orden, las estaciones, los signos de los tiempos, el verdor y el frío, la primavera biológica  o tiempo biológico, el desarrollo de nuestra vida, la filosofía orgánica mexicana, viva, alejada de la frialdad racional estructural de la vieja teología europea, las flores marcan el tiempo de la primavera, la expresión, manifestación y epifanía de su profunda indignación, esa nueva conciencia es una indignación ante el valor del objeto industrial y comercial y el poco valor del propio hombre, es esto una nueva era antropológica y toca a la Nueva Evangelización , al fuego nuevo encender o quemar en el fuego ese hombre de barro.

 Ante una sociedad envejecida, fría y muerta, la frialdad de la estructura racional, el pragmatismo científico e industrial, el conocimiento del laboratorio experimental del viejo mundo que tratan de hacer de sus modelos de colores plásticos las “primaveras comerciales” las modas de la sociedad de consumo.
   Dentro de la Teoría de Grupos y redes Mexicana que ilumina planes y objetivos de la era digital  nos hacen comprender también la construcción de un atorre o pirámide: la Torre de Babel, la confusión de las lenguas, la Ciencia y de la Comunicación, el florecimiento de la palabra en Latinoamérica, es decir la siembra y cultivo de las Nuevas Primaveras a partir de una Nueva Evangelización en que se siembra la Palabra, esa Palabra que ha creado y recreado todas las cosas, la palabra como principio creador, esa palabra que se siembra en terrenos distintos como se explica en la Parábola del Sembrador, entonces en el Tabor se da esa orden de “escuchar, oír en un mundo de ruido, ordenar y valorar en un hombre ahogado en la sociedad de consumo.
  Este modelo base geométrico arquitectónico es una Piedra, esa piedra que desecharon los arquitectos sobre las que se han de edificar las ciudades no en un rompimiento con el entorno natural o cósmico sino como una proyección del mismo, más concretamente:
  En Guadalajara, los Tapatíos han destruido pirámides y plataformas prehispánicas de Tonalá y han edificado gigantescas pirámides y plataformas de basura, los cementerios se entrelazan, los cementerios prehispánicos y los cementerios de la sociedad de consumo , el tiempo es un nudo gordiano  que une el pasado y el futuro, se han destruido los ídolos y dioses prehispánicos y se han moldeado  como el Diosero de Francisco Rojas González  nuevos ídolos y dioses conforme a nuestros caprichos que dan rienda suelta a sus deseos y placeres, si la industria y la tecnología han roto sus lazos con lo natural  y biológico,  entonces, da principio en ello el desorden  y la muerte, el caos urbano, el tráfico infernal de sus automóviles, el fuego y humo de sus motores, el hombre sigue idolatrando el poder del fuego , la explosión de sus motores que acelera ciudades e historia, la vida del hombre se a sujetado a los ritmos y velocidad de las máquinas, hay muchos ecologistas que dicen luchar por la causa y todos ellos terminando sus discursos y conferencias se alejan en ruidosos autos, tan parecida su hipocresía como la curia romana que dice según ellos practicar el voto de pobreza y habitan en palacios.
  El universo, el cosmos como motor y mecánica celeste ha dejado de tener importancia ahora ante la fuerza y ritmo del motor que aceleran las ciudades para llevarlos hacia “el progreso y la modernidad”, a los profundos abismos.
  Bien, ante la Primavera Teológica o Nueva Evangelización se han de denunciar y destruir esos ídolos de la sociedad de consumo, del éxito comercial e industrial de la Torre de Babel  de la era digital.
  La Primavera Antropológica Mexicana ha de ver la renovación de la vieja cultura mexicana, si en el Tabor el Señor se vuelve luminoso  y sus vestiduras se vuelven sorprendentemente blancas, el invierno del hombre, es decir, su vejez, se cubren su pelo y su barba de color blanco, hay en él una transformación y una transfiguración que no anuncia un invierno existencial sino el florecimiento y madurez filosófica y teológica, primero, que conozca y valore la cultura mexicana  y sea capaz de orientarlas e impulsarlas hacia los nuevos tiempos y eras, hacia los retos y desafíos  del futuro , no es entonces nuestra historia o el Evangelio un agradable museo, un tour al pasado  sino los constructores de la vanguardia del futuro.

  Entonces el tercer mundo, el asalariado, el proletario, asciende en esa geometría geológica y arquitectónica a los niveles y el trabajo filosófico y de ahí hacia la plataforma y cúspide teológica y es necesario crear esos instrumentos y herramientas que transforman las culturas y cambian la historia, las Primaveras del Mundo, tomamos distancia de una visión artesanal y folklórica de la que están acostumbrados a vernos  y pasamos a un horizonte luminoso del nuevo milenio y siglo, la luz de la Fe del Papa Francisco y la preparación de su encíclica sobre las cuestiones ambientales y ecológicas.
                                                  Juan Ángel Peña Enríquez




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