LA GLOBALIAZACIÓN ECOLÓGICAY LA FILOSOSOFÍA
ORGÁNICA MEXICANA
NUESTRA RESPONSABILIDAD PERSONAL ANTE EL CAMBIO
CLIMÁTICO
Los indignados del mundo que encienden el
fuego de las Primaveras de los mundos desarrollados cubiertos de nieve y frio.
Las ciudades al futuro en el caso de la
cultura mexicana nos hace proyectarnos a la arquitectura y geometría prehispánica, la pirámide como
principio constructor, tales pirámides eran observatorios astronómicos, el
trazo de las ciudades se edificaba conforme a la geometría y mecánica celeste,
a una atenta observación del acontecer celeste, la pirámide era una ascensión
del hombre y de su pensamiento, es solo sombra teológica de la transfiguración
del hombre.
En efecto, el Señor sube al Monte Tabor
donde se hace presente Moisés y Elías, la Ley y los Profetas, una nube luminosa
cubre el Monte, se hace presente el gran misterio de la Trinidad y el Señor
Transfigurado se vuelve luminosos, radiante, su rostro resplandeciente como
cuando Moisés en el Sinaí , uniéndose entonces lo terreno y lo celeste, en lo
alto del cerro el hombre terreno y el hombre celeste, la tierra y el cielo, ese
cielo y esa tierra del que el hombre se ha olvidado.
Esta transfiguración antropológica se refleja
también en el Hombre de Fuego como principio luminoso del Oriente de
Guadalajara y no podemos pasar por alto que el pintor del Barrio de San Juan de
Dios Dr. Atl era su vida pintar los volcanes de México,
porque el volcán recuerda el principio
del mundo, el fuego que da forma a los montes y valles, la proto creación, la
fascinación del mexicano por el fuego, por el Llano en Llamas de Juan Rulfo, el
arte de la palabra mexicana que ha florecido, la Primavera de la Literatura
Latinoamericana.
Emprendiendo esa ascensión teológica podemos
decir que el Monte Tabor es entonces desde nuestra oscuridad un volcán teológico
como lo ha expresado el arquitecto Gilberto Robles y su proyecto sobre las
Catedrales del Futuro, las nuevas catedrales de las nuevas ciudades, la
teología de las nuevas generaciones y sociedades, en ese fuego se recreará
nuevamente el Hombre, porque el fuego es destrucción y creación, pero también
condenación e infierno, la Cruz en el Monte Calvario es esa plenitud y perfección del Fuego, el Señor ha traído el Fuego al
mundo y desea que este arda, el leño verde que arde e ilumina tierra y cosmos,
la Luz del Mundo.
La Filosofía Mexicana, herencia y tesoro de nuestra cultura en el que la conquista es tan solo una etapa
transitoria de nuestro proceso histórico milenario es una pirámide en el que el
hombre ha de ascender de la tierra a lo celeste, de la filosofía a la teología
y son esos los cimientos de las ciudades y sociedades del futuro.
Observar el cosmos desde estas geometrías
geológicas y teológicas nos hacen ver el
tiempo y el orden, las estaciones, los signos de los tiempos, el verdor y el
frío, la primavera biológica o tiempo
biológico, el desarrollo de nuestra vida, la filosofía orgánica mexicana, viva,
alejada de la frialdad racional estructural de la vieja teología europea, las flores
marcan el tiempo de la primavera, la expresión, manifestación y epifanía de su
profunda indignación, esa nueva conciencia es una indignación ante el valor del
objeto industrial y comercial y el poco valor del propio hombre, es esto una
nueva era antropológica y toca a la Nueva Evangelización , al fuego nuevo encender
o quemar en el fuego ese hombre de barro.
Ante una sociedad envejecida, fría y muerta,
la frialdad de la estructura racional, el pragmatismo científico e industrial,
el conocimiento del laboratorio experimental del viejo mundo que tratan de
hacer de sus modelos de colores plásticos las “primaveras comerciales” las
modas de la sociedad de consumo.
Dentro
de la Teoría de Grupos y redes Mexicana que ilumina planes y objetivos de la
era digital nos hacen comprender también
la construcción de un atorre o pirámide: la Torre de Babel, la confusión de las
lenguas, la Ciencia y de la Comunicación, el florecimiento de la palabra en Latinoamérica,
es decir la siembra y cultivo de las Nuevas Primaveras a partir de una Nueva
Evangelización en que se siembra la Palabra, esa Palabra que ha creado y
recreado todas las cosas, la palabra como principio creador, esa palabra que se
siembra en terrenos distintos como se explica en la Parábola del Sembrador, entonces
en el Tabor se da esa orden de “escuchar, oír en un mundo de ruido, ordenar y valorar
en un hombre ahogado en la sociedad de consumo.
Este modelo base geométrico arquitectónico es
una Piedra, esa piedra que desecharon los arquitectos sobre las que se han de
edificar las ciudades no en un rompimiento con el entorno natural o cósmico
sino como una proyección del mismo, más concretamente:
En Guadalajara, los Tapatíos han destruido
pirámides y plataformas prehispánicas de Tonalá y han edificado gigantescas
pirámides y plataformas de basura, los cementerios se entrelazan, los
cementerios prehispánicos y los cementerios de la sociedad de consumo , el
tiempo es un nudo gordiano que une el
pasado y el futuro, se han destruido los ídolos y dioses prehispánicos y se han
moldeado como el Diosero de Francisco
Rojas González nuevos ídolos y dioses
conforme a nuestros caprichos que dan rienda suelta a sus deseos y placeres, si
la industria y la tecnología han roto sus lazos con lo natural y biológico, entonces, da principio en ello el desorden y la muerte, el caos urbano, el tráfico
infernal de sus automóviles, el fuego y humo de sus motores, el hombre sigue
idolatrando el poder del fuego , la explosión de sus motores que acelera
ciudades e historia, la vida del hombre se a sujetado a los ritmos y velocidad
de las máquinas, hay muchos ecologistas que dicen luchar por la causa y todos
ellos terminando sus discursos y conferencias se alejan en ruidosos autos, tan
parecida su hipocresía como la curia romana que dice según ellos practicar el
voto de pobreza y habitan en palacios.
El universo, el cosmos como motor y mecánica
celeste ha dejado de tener importancia ahora ante la fuerza y ritmo del motor
que aceleran las ciudades para llevarlos hacia “el progreso y la modernidad”, a
los profundos abismos.
Bien, ante la Primavera Teológica o Nueva
Evangelización se han de denunciar y destruir esos ídolos de la sociedad de consumo,
del éxito comercial e industrial de la Torre de Babel de la era digital.
La Primavera Antropológica Mexicana ha de ver
la renovación de la vieja cultura mexicana, si en el Tabor el Señor se vuelve
luminoso y sus vestiduras se vuelven
sorprendentemente blancas, el invierno del hombre, es decir, su vejez, se
cubren su pelo y su barba de color blanco, hay en él una transformación y una
transfiguración que no anuncia un invierno existencial sino el florecimiento y
madurez filosófica y teológica, primero, que conozca y valore la cultura
mexicana y sea capaz de orientarlas e
impulsarlas hacia los nuevos tiempos y eras, hacia los retos y desafíos del futuro , no es entonces nuestra historia
o el Evangelio un agradable museo, un tour al pasado sino los constructores de la vanguardia del
futuro.
Entonces el tercer mundo, el asalariado, el
proletario, asciende en esa geometría geológica y arquitectónica a los niveles
y el trabajo filosófico y de ahí hacia la plataforma y cúspide teológica y es
necesario crear esos instrumentos y herramientas que transforman las culturas y
cambian la historia, las Primaveras del Mundo, tomamos distancia de una visión
artesanal y folklórica de la que están acostumbrados a vernos y pasamos a un horizonte luminoso del nuevo
milenio y siglo, la luz de la Fe del Papa Francisco y la preparación de su
encíclica sobre las cuestiones ambientales y ecológicas.
Juan Ángel Peña Enríquez
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