domingo, 26 de abril de 2015

360.-SEMBRANDO PRIMAVERAS EN SOCIEDADES ÁCIDAS Y TÓXICAS DEL PRIMER MUNDO

SEMBRANDO PRIMAVERAS EN SOCIEDADES FRÍAS, ÁCIDAS Y TÓXICAS

    Los mundos tan distintos que busca construir el hombre, los reinos surgen a costa del exterminio de otros, como lo sufren el reino animal y vegetal donde han desaparecido miles de especies y muchas más están en grave peligro de extinción ante una frialdad espantosa de hombres  ácidos y tóxicos de la sociedad de consumo, fuentes letales de la cultura de la violencia y de la muerte.

  Los países del primer mundo, los del norte,  donde reina el frío de su racionalidad pragmática y utilitaria comercial, la vida asegurada en bóvedas bancarias, una sociedad del individualismo agresivo, de la lucha del hombre contra el hombre es incapaz de sentir  ninguna emoción ante otras forma de vida, sean plantas , animales u hombres  cuya vida se ve desvalorada, en riesgo de perderse, su ecología se reduce a rodearse de furiosos y rabiosos perros  que protegen como cercas espinosas del mundo exterior  y se adentra a esa era glacial de su existencia, a los terribles desiertos de las grandes ciudades.
  Los del tercer mundo, los hombres, las curiosidades antropológicas  que se parecen tanto a los animales, para ellos hombres y sociedades menos evolucionadas y desarrolladas, escucharlos es rebajarse, hablarles al tú por tú es un atrevimiento e insolencia, olvidan que todo aquel que se enaltece  será humillado y aquella Piedra que fue desechada por los  arquitectos es ahora la piedra angular para construir las nuevas sociedades y ciudades del futuro, del nuevo milenio y siglo, cimientos inconmovibles del Señor de la Historia, principio y fin, escribamos pues esa nueva historia insolente e irreverente que mueve y desquebraja viejas y obsoletas estructuras mentales, corazones vuelto piedras, corazones glaciales del primer mundo barbaros y primitivos que habitan en modernas cavernas tenebrosas en medio de las grandes ciudades , las nuevas glaciaciones existenciales del primer mundo, la brutalidad salvaje de los modernismos.
  La antropología  mexicana, Tapatía, la presentamos como un Hombre de Fuego, un hombre cósmico que asciende , toca entonces a estos hombres prender, encender las Primaveras  de los mundos ignorados, la Primavera Teológica Latinoamericana  con el Papa Francisco, emprendiendo una Nueva Evangelización, traer el fuego a la tierra, pues en efecto el Evangelio es una Primavera que trae la plenitud de la vida sobre la tierra, y cuando decimos vida nos referimos a todo viviente y cuando hablamos de la vida del hombre  lo  hacemos en su relación y dependencia inseparable  con plantas y animales, es decir  se ha incendiado y reducido a cenizas el antropocentrismo  urbano industrial del primer mundo.
 En la era digital se habla de una nueva era de la información y comunicación, tema fundamental y estratégico de la filosofía del lenguaje, teológicamente la Primavera es un cultivo de la Palabra como se nos explicaren la Parábola del Sembrador, el florecimiento y fructificación de la  Palabra, la palabra se siembra y se cultiva, florece y da fruto, la Primavera del mundo, del nuevo milenio y siglo son en consecuencia una primavera de la palabra, nuestra capacidad para comunicarnos verdaderamente, esa Palabra que se siembra en el corazón del hombre, un corazón con piedras y espinas, reseca, un corazón de hielo o paisajes desoladores del desierto.  Y en esa tierra fría  y árida  se pone en práctica esa arte admirable del Sembrador Divino que hace posible las más admirables y bellas primaveras.
  Es entonces el corazón del hombre un pequeño jardín en medio del infierno de las grandes ciudades que el mismo ha de cultivar y cuidar donde ha de sembrar esos grandes valores que parte de un respeto absoluto a toda forma de vida, donde florece la alegría por la vida y se logran los frutos de paz, justicia, verdad y libertad, la humanización de las ciudades y del pensamiento científico, nuevos principios morales y éticos, una nueva visión antropológica en las  frías, sociedades ácidas y tóxicas del primer mundo.  
                                             Juan  Ángel Peña Enríquez


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