El tiempo de la pascua se determina conforme
a las fases de la luna y el equinoccio de la primavera.
En tiempo de Cuaresma los fieles nos
internamos al desierto, antes de que fuera el cambio climático en este tiempo se sentía la resequedad y el calor, la falta de agua, se había salido
de la esclavitud de Egipto y de la
abundancia del Nilo y se caminaba en
medio del desierto hacia la Tierra
Prometida.
En este tiempo los árboles pierden su verdor, se miran secos, la
cuaresma es una continuidad del invierno, la vida se reduce considerablemente,
por esta razón la Pascua del Señor que es la vida en plenitud es la expresión
total de la Primavera, el mal y la oscuridad buscaban la destrucción de la
vida, como Resurrección vuelve a surgir
y será la fuente misma de una vida abundante e interminable, la
eternidad, este es la Roca o fundamento de las Primaveras del Mundo, de todos
aquellos movimientos que buscan el derecho, la libertad, la dignidad, la
justicia, la paz y la vida del mundo.
Esta relación entre el invierno y primavera
será una constante en la vida del hombre sintiéndose cada vez más debido al
cambio climático y el calentamiento global que sacará al hombre de la comodidad
y confort de su sociedad de consumo brutal
e irracional, en esta Cuaresma y Pascua 2015 los cambios climáticos han sido alarmantes, sobre todo
para los campesinos del mundo, miles de productos agrícolas han sido dañados
como el trigo, el café, el frijol, Etc. Estos son los signos de los tiempos que
se han de interpretar cuidadosamente.
La Primavera es entonces un renuevo, un retoño,
la Resurrección del Señor, la Resurrección de la Vida que se extiende al mundo
y la creación, en esta fuente inagotable de la vida se renueva el corazón ,
nuestra sociedad y mundo, las viejas estructuras, el nuevo tiempo, el nuevo
milenio y siglo, por tal razón hemos de dejar los viejas sistemas ideológicos y
culturales que construyeron la sociedad
del siglo pasado , bajo esa Luz del cirio Pascual que marca el tiempo, el alfa y omega, hemos
de definir nuevos rumbos del nuevo
milenio y siglo , esto nos compromete a ser vanguardia, una vanguardia filosófica
y teológica, la Primavera Filosófica y
Teológica, los Teólogos del Tercer Mundo con el Papa Francisco venido del otro
lado del mundo.
El mundo, la tierra, se ha dividido entre
los del norte y el sur, entre el primero y el tercer mundo, entre los ricos y
los pobres, entre los blancos y los prietos, entre el invierno del norte y la
primavera del sur.
Ya hemos dicho que en los países desarrollados
del norte domina el invierno, la oscuridad y el frío, son ellos los blanco, en
ellos se definieron todas las vanguardias del milenio pasado, ciencia,
filosofía, tecnología, ciencia, arte, cultura, deportes, modas musicales, Etc. Etc. Ellos, los envueltos en nieve y oscuridad,
introvertidos, fríos y calculadores, gises y patéticos, el invierno, la nieve y
el frío, la negación de la luz y de la vida y por ello el hombre ha de crear
artificialmente sus paraísos, el antropocentrismo urbano e industria, el arte y cultura
centrada, encerrada en el propio hombre, porque en su invierno no hay árboles,
pájaros o insectos sino una soledad gris sin expresiones de vida sino oscuridad y muerte.
El tercer mundo o sur es tan solo un burdo
imitador de los del norte, por ello las siembras de las Primaveras nos obliga a que seamos también Vanguardia,
ante nuestra responsabilidad la Primavera Filosófica y Teológica, renuevos,
retoños o vanguardias como fuerza y luz
de esa Resurrección que nos libra de toda esclavitud y opresión, de todo
aquello que limita la vida plena, no solo del hombre sino de todo ser viviente
de la tierra.
Tenemos ante sí como fruto Pascual un nuevo pensamiento, nuevos sistemas y estructuras
para la edificación del nuevo milenio y siglo, UN NUEVO HOMBRE, una nueva antropología, grande y fascinante es nuestra
misión y responsabilidad, terminamos esta sencilla reflexión con las palabras
del Papa Francisco en su encíclica: “La Alegría del Evangelio” 276.
“Su resurrección no es algo del pasado;
entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas pares vuelven a
aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que
muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades,
indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de
la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo que tarde o temprano produce
un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible.
Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volverá a brotar y a
difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a
través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a
reaparecer de nuevas maneras, y de hecho
el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Esa es
la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese
dinamismo.”
Juan
Ángel Peña Enríquez
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