Para la siembra y cultivo de la Primavera
Filosófica Mexicana me hace recordar un poco los pequeños y bellos jardines
japoneses, Japón, una isla pequeña con muy poca tierra para el cultivo y hacen
de esos pequeños espacios toda una arte y México que es inmensamente rico en
ecosistemas únicos en el mundo desprecia toda esa riqueza.
El jardín japonés al igual que el té en las culturas orientales es todo un rito, de
silencio y meditación, la quietud de los deseos
y las pasiones del hombre, valores o estados que mucho necesita el excitado
y violento macho mexicano.
Esa paz y quietud buscados infructuosamente
por Jobs fundador de Apple en los Hare
Krisna, en las doctrinas de la India, como los rockeros como los Beatles, es
decir la felicidad de la contracultura en el mundo feliz, los happy o hippies que renegaban como rebeldes contra el modelo
de la sociedad y cultura norteamericana.
El jardín japonés lo interpretamos como un
pequeño mundo natural al que ingresa el hombre, se ve a la naturaleza
como un santuario al que se le debe
respeto y es esa la característica de su saludo oriental al inclinar la cabeza.
Por tal razón para la siembra y cultivo de esa
Primavera Filosófica Mexicana trabajamos sencillamente en el diseño de un
pequeño jardín mexicano que sea toda una arte y un ritual, una invitación al
silencio, al encuentro y la contemplación , sea una síntesis de la gran riqueza
de los ecosistemas mexicanos ahora
gravemente amenazados.
Juan Ángel Peña Enríquez
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