sábado, 28 de diciembre de 2013

246.- CARTA A WASHINGTON JEFE SEATTLE 1855

EL ECOLOGISMO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
EL MODELO EUROPEO
Y EL ECOLOGISMO INDÍGENA AMERICANO
Podemos hacer una comparación entre estos dos ecologismos
Para ello veremos la Carta del jefe Piel Roja de Seattle, como respuesta a la petición de compra de sus tierras, que le hizo el presidente de los Estados Unidos en 1854

 Jefe de los Caras Pálidas:

¿Cómo se puede comprar el cielo o el calor de la tierra?
Esa es para nosotros una idea extravagante.

 Si nadie puede poseer la frescura del viento
ni el fulgor del agua, ¿Cómo es posible que ustedes
se propongan comprarlo?

  Mi pueblo considera que cada elemento
de este territorio es sagrado.
cada pino brillante que está naciendo,
cada grano de arena en las playas de los ríos,
los arroyos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada colina, y hasta el sonido de los insectos
son cosas sagradas para la mentalidad
y tradiciones de mi Pueblo.

La savia circula por dentro de los árboles
llevando consigo la memoria de los Pieles Rojas.
Los Caras Pálidas olvidan a su nación cuando mueren
y emprenden el viaje a las estrellas.
No sucede igual con nuestros muertos,
nunca olvidan a nuestra tierra madre.
Nosotros somos parte de la tierra. Y la tierra
Es parte de nosotros.
Las flores que aroman el aire son nuestras hermanas.
El venado, el caballo y el águila también son nuestros hermanos
Los desfiladeros, los pastizales húmedos, el calor del cuerpo del caballo o del nuestro forman un todo único.

Por lo antes dicho, creo que el Jefe de los Caras Pálidas
pide demasiado al querer comprar nuestras tierras.

  El Jefe de los Caras Pálidas dice
que al venderle nuestras tierras él nos reservaría
un lugar donde podríamos vivir cómodamente.
Y que él se convertiría en nuestro padre.
Pero no podemos aceptar su oferta
porque para nosotros esta tierra es sagrada.

  El agua que circula por los ríos y los arroyos
de nuestro territorio no es sólo agua,
es también la sangre de nuestros ancestros.
 
Si les vendiéramos nuestra tierra
tendrían que tratarla como sagrada y esto mismo tendrían que enseñarle a sus hijos.
Cada cosa que se refleja en las aguas cristalinas
de los lagos habla de los sucesos pasados de nuestro Pueblo.
La voz del padre de mi padre está en el murmullo
de las aguas que corren.
Estamos hermanados con los ríos que sacian nuestra sed.
Los ríos conducen nuestras canoas
y alimentan a nuestros hijos.
 Si les vendiéramos nuestras tierras
tendrían que tratar a los ríos con dulzura de hermanos,
y enseñar esto a sus hijos.

Los Caras Pálidas no entienden nuestro modo de vida.
Los Caras Pálidas no conocen la diferencia que
hay entre dos territorios.
Ustedes son extranjeros que llegan por la noche
a usurpar de la tierra lo que necesitan.
No tratan a la tierra como hermana sino como enemiga.
Ustedes conquistan territorios y luego los abandonan,
dejando ahí a sus muertos sin que les importe nada.
La tierra secuestra a los hijos de los Caras Pálidas.
A ella tampoco le importan ustedes.

Los Caras Pálida tratan a la tierra madre
y al cielo padre  como si fueran simples cosas
que se compran,
como si fueran cuentas de collares  que
intercambian por otros objetos.
El apetito de los Caras Pálidas terminará devorando
todo lo que hay en la tierra  hasta convertirlas en desiertos.

  Nuestro modo de vida es muy diferente al de ustedes.
Los ojos de los Pieles Rojas se llenan de vergüenza
cuando visitan las poblaciones de los Caras Pálidas.
Tal vez esto se deba a que nosotros somos silvestres
y no los entendemos a ustedes.

  En las poblaciones de los Caras Pálidas
no hay tranquilidad, ahí no pude oírse
el abrir de las hojas primaverales, ni el aleteo
de los insectos.
Esto lo descubrimos porque somos silvestres.
El ruido de sus poblaciones insultan a nuestros oídos.
¿Para qué le sirve la vida al ser humano
si no puede escuchar el canto solitario del pájaro chotacabras?
¿si no puede oír la algarabía nocturna de las ranas
al borde de los estanque?
Como Piel Roja no entiendo a los Cars Pálidas.
Nosotros tenemos preferencias
por los vientos suaves que susurran sobre los estanques,
por los aromas de este límpido viento,
por la llovizna del medio día o por el ambiente que
los pinos aromatizan.

  Par los Pieles Rojas el aire es de un valor incalculable,
Ya que todos los seres compartimos el mismo aliento, todos:
los árboles, los animales, los hombres. Los Caras Pálidas
no tienen conciencia del aire que respiran,
son moribundos insensibles a lo pestilente.

 Si les vendiéramos nuestras tierras
tienen que tratarlas como sagradas.
En estas tierras hasta los Caras Pálidas
pueden disfrutar el viento que aroma
las flores de las praderas.

  Si les vendiéramos las tierras ustedes deben de tratar
a los  animales como hermanos.
Yo he visto a miles de búfalos en descomposición en los campos.
Los Caras Pálidas matan búfalos con sus trenes y ahí los dejan tirados, no los matan para comerlos.
No entiendo cómo los Caras Pálidas le conceden
más valor a una máquina humeante
que a los búfalos.

  Si todos los animales fueran exterminados
el hombre también perecería en una enrome soledad espiritual.
El destino de los animales es el mismo que el de los hombres.
Todo se armoniza.

Ustedes tienen que enseñarle a sus hijos
que el suelo que pisan contiene las cenizas
de nuestros ancestros.
Que la tierra se enriquece con las vidas de nuestros semejantes.
La tierra debe de ser respetada

Enseñen a sus hijos lo que los nuestros ya saben:
Que la tierra es nuestra madre.
Lo que la tierra padezca será padecido por sus hijos.
Cuando los hombres escupen al suelo
se escupen ellos mismos.

Nosotros estamos seguros de esto:
La tierra no es del hombre,
sino que el hombre es de la tierra.
Nosotros lo sabemos.
Todo se armoniza,
como la sangre que emparenta a los hombres.
Todo se armoniza.

El hombre no teje el destino de la vida.
El hombre es solo una hebra en ese tejido.
Lo que haga en el tejido
Se lo hace a sí mismo.
El Cara Pálida no escapa a ese destino
Aunque hable con su Dios como si fuera su amigo..

A pesar de todo, tal vez los
Piles Rojas y los Cars Pálidas seamos hermanos.
Pero eso ya se verá después.
Nosotros sabemos algo que los Caras Pálidas
descubran algún día: ellos y nosotros
veneramos al mismo Dios.
Ustedes creen que su Dios les pertenece,
del mismo modo que quieren poseer nuestras tierras.
Pero no es así.
Dios es de todos los hombres y su compasión
se extiende por igual entre Pieles Rojas y Caras Pálidas.
Dios estima mucho a esta tierra y quien la dañe
provocará la furia del Creador.

 Tal vez los Caras Pálidas  se extingan
Antes que las otras tribus.
Está bien, sigan infectando sus lechos
y cualquier día despertarán ahogándose en sus propios desperdicios.
Ustedes avanzan llenos de gloria hacia su propia destrucción,
alentados por la fuerza del Dios que los trajo
a estos lugares  y que les ha dado cierta potestad
quién sabe por qué designio.

Para nosotros es un misterio
que ustedes estén aquí,
Pues aún no entendemos por qué exterminan  a los  búfalos,
ni por qué doman  a los caballos quienes
por naturaleza son salvajes,
ni por qué hieren los recónditos lugares de los bosques
con sus alientos, ni por qué destruyen
los paisajes con tantos cables parlantes.

 ¿Qué ha sucedido con las plantas?
Están destruidas
¿Qué ha sucedido con el águila?
Ha desaparecido
De hoy en adelante la vida ha terminado.
Ahora empieza la sobrevivencia.



 

 












 



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